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Recolectores de Cisnes Negros

Nunca se me había ocurrido pensar en los emprendedores como recolectores de Cisnes Negros. La culpa es de un  matemático empírico, analista de bolsa, y profesor de las ciencias de la incertidumbre, llamado Nassim Nicholas Taleb (NNT). Las amenas y sorprendentes reflexiones de su libro “El Cisne Negro”  te hacen ver el mundo de otra manera.   

“Antes del descubrimiento de Australia, las personas del Viejo Mundo estaban convencidas de que todos los cisnes eran blancos, una creencia irrefutable pues parecía que las pruebas empíricas la confirmaban en su totalidad. La visión del primer cisne negro pudo ser una sorpresa interesante para unos pocos ornitólogos (y otras personas con mucho interés por el color de las aves), pero la importancia de la historia no radica aquí. Este hecho ilustra una grave limitación de nuestro aprendizaje a partir de la observación o la experiencia, y la fragilidad de nuestro conocimiento. Una sola observación puede invalidar una afirmación generalizada derivada de visiones confirmatorias de millones de cisnes blancos. Todo lo que se necesita es una sola (y, por lo que me dicen, fea) ave negra”.

Esta frase es el arranque del libro de NNT que utiliza esta metáfora (a la que han recurrido también  autores como Popper, Mill y Hume, entre otros) para presentar  una cuestión que le ha obsesionado desde niño y a la que llama Cisnes Negros (así, en mayúsculas) que son sucesos que tienen los tres atributos siguientes: son rarezas, porque nada del pasado puede apuntar a su posibilidad; tienen un impacto extremo, son grandes e importantes; y los humanos inventamos explicaciones de su existencia después del hecho, intentamos que tengan una predictibilidad retrospectiva (no prospectiva). La idea central del libro es la ceguera que tenemos respecto a lo aleatorio, al impacto de lo altamente improbable, a la incertidumbre.

Para que el lector se dé cuenta que la vida es un efecto acumulativo de Cisnes Negros, nos propone el siguiente ejercicio. Pensemos en nuestra propia existencia. Contemos los sucesos importantes, lo cambios tecnológicos y los inventos que han tenido lugar en  nuestro entorno desde que nacimos, y comparémoslo con lo que se esperaba antes de su aparición. ¿Cuántos se produjeron según lo previsto?. Las tendencias, las epidemias, las modas, las ideas, las guerras, las innovaciones tecnológicas, la emergencia de las escuelas y los géneros artísticos, según su tesis todos siguen esta lógica del Cisne Negro, donde lo que no sabemos es más importante que lo que sabemos, por tratarse de hechos que son inesperados. El éxito de Google y YouTube, o el atentado del 11-S, son muestras de Cisnes Negros.  ¿No es extraño ver que un suceso se produce precisamente porque no se esperaba que fuera a ocurrir?.

Esta combinación entre poca predictibilidad y gran impacto es lo que convierte el Cisne Negro en un gran reto. Pero, y este es el núcleo del libro, a este fenómeno se ha de añadir el hecho que tendemos a actuar como si eso no existiera. Y no se refiere sólo a los lectores sino a casi todos los “científicos sociales” que , durante más de un siglo, han actuado con la falsa creencia de que sus herramientas podían medir lo incierto. Algunas de las páginas más brillantes del libro están dedicadas a los falsos expertos (a los que apoda “trajes vacios”) y a la utilización de modelos matemáticos para la realización de predicciones sobre el futuro. Dice Nassim Nicholas Taleb que lo sorprendente no es la magnitud de los errores de predicción, sino la falta de conciencia que tenemos de ellos. Si se consideran los antecedentes empíricos, algunos profesionales, aunque creen que son expertos, de hecho no lo son. Tendemos a pensar (a la manera de Platón) que entendemos más de lo que en realidad entendemos. Se hacen proyecciones a treinta años del déficit de la seguridad social y de los precios del petróleo, sin darnos cuenta que ni siquiera podemos prever unos y otros para el próximo verano.

Entonces, ¿por qué demonios planificamos?. La respuesta de NNT es que algunos lo hacen para obtener ganancias económicas, otros porque es su “trabajo”. Pero también considera que tiene que ver con la naturaleza humana, es posible que tenga que ver con nuestra manera de ser, con nuestra consciencia. Tenemos la necesidad evolutiva de proyectar las cosas hacia el futuro. Para el filósofo Daniel Dennett, nuestros cerebros son “máquinas de previsión” y tienen la capacidad de proyectar conjeturas hacia el futuro y practicar el juego contrafactual: “Si le doy a alguien un puñetazo en la nariz, me lo devolverá enseguida o, lo que es peor, llamará a su abogado de Nueva York”. ¿Por qué escuchamos a los expertos y sus predicciones?. Una posible explicación es que la sociedad descansa sobre la especialización y la división de conocimientos. Los médicos escuchan a los mecánicos (no por cuestiones de salud sino cuando tienen problemas en el coche); los mecánicos escuchan a los médicos. Tenemos una tendencia natural a escuchar al experto, incluso en campos en los que es posible que éstos no existan.

Se dice que el legendario guionista William Goldman gritaba: “Nadie sabe nada” cuando se refería a las previsiones de ventas de las películas. Nassim Nicholas Taleb propone algunas recomendaciones, a las que llama trucos (modestos), y de las que he recogido tres que me parece muy pertinentes para directivos y empresarios:

  • Hay Cisnes Negros tanto positivos como negativos. Se debe aprender a distinguir entre aquellas empeños humanos en los que la carencia de predictibilidad puede ser (o ha sido) extremadamente beneficiosa, y aquellos que fue perjudicial. William Goldman estaba en el negocio del cine, un negocio de Cisne Negro positivo. Ahí la incertidumbre compensa de vez en cuanto. Un negocio de Cisne Negro negativo es aquel en que lo inesperado puede golpear con fuerza y herir de gravedad.
  • Hay que invertir en estar preparado, no en la predicción. El gran investigador Pasteur dio con la idea que la suerte favorece a los preparados, uno no busca algo concreto cada mañana, sino que trabaja con ahínco para permitir que la contingencia entre en su vida profesional. No intentemos predecir Cisnes Negros, eso suele hacernos más vulnerables a los que no hemos previstos.
  • Hay que aprovechar cualquier oportunidad (o cualquier cosa que se le parezca). Las oportunidades son raras, mucho más de lo que se piensa. Hay que recordar que los Cisnes Negros tienen un primer paso obligatorio: debemos estar expuestos a ellos. Muchas personas no se dan cuenta de que han tenido un golpe de suerte cuando lo experimentan.

 Todas estas recomendaciones tienen un punto en común: la asimetría.  Nunca llegaremos a conocer lo desconocido ya que, por definición, es desconocido. Sin embargo, siempre podemos imaginar cómo podría afectarme, y sobre este hecho debería basar mis decisiones. Por ejemplo, desconozco las probabilidades de que se produzca un terremoto, pero puedo imaginar cómo afectaría a San Francisco si se produjera. Esta idea según la cual para tomar una decisión tenemos que centrarnos en las consecuencias (que podemos conocer) más que en la probabilidad (que no podemos conocer) es la idea fundamental de la incertidumbre.

Dado que los Cisnes Negros son imprevisibles, resulta más interesante amoldarnos a su existencia en vez de tratar ingenuamente de preverlos. Nassim Nicholas Taleb propone, en vez de centrarnos en lo conocido y en lo repetido, buscar en el anticonocimiento o en lo que no sabemos. Entre otros muchos beneficios, apunta que uno puede dedicarse a buscar Cisnes Negros (de tipo positivo) con el método de la serendipidad, llevando al máximo la exposición a ellos. Recuerda la historia de Apeles el pintor, quien cuando estaba pintando un caballo quiso pintar también la espuma de su boca. Después de intentarlo con denuedo y de hacer un desastre, se rindió y, presa de la irritación, tomo la esponja que empleaba para limpiar los pinceles y la tiró contra el cuadro. En el punto en que dio la esponja quedó una representación perfecta de la espuma. El ensayo y error significa no cejar en los intentos, aceptar que las series de pequeños fracasos son necesarios en la vida. Considera que en algunos ámbitos, como el del descubrimiento científico y las inversiones en nuevos proyectos, hay una compensación desproporcionada de lo desconocido. Ya que lo típico, de un suceso raro, es que uno tenga poco que perder y mucho que ganar.

La estrategia de los descubridores y emprendedores, desde este punto de vista, es confiar menos en la planificación de arriba abajo y centrase al máximo en reconocer oportunidades cuando se presentan y juguetear con ellas, algo así como tratar de convertirse en recolectores de Cisnes Negros.

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